Detrás de la alta montaña vivían una infinidad de Puntos, y a la derecha del valle habitaban un montón de Rayas.
Ninguna de ellas estaba dispuesta a darse la oportunidad de entenderse y conocerse.
Así que después de varias divertidas aventuras, una imprevisible circunstancia los obliga a convivir y ayudarse, dándose cuenta que los Puntos no son tan fastidiosos y las Rayas no son tan presumidas.
“Si enseñamos a los niños a aceptar la diversidad como algo natural, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia.”
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